miércoles, 19 de agosto de 2009

Tehuacán





La tripulación se duplicó. Dos habitaciones blancas en Tehuacan Puebla fueron nuestra morada por tres días, el primero averiguamos que hacer los otros dos, después de desayunar visitamos el centro, el palacio de gobierno, la catedral, el zocalito y su kiosco y los señores se encargaron de organizar los recorridos turísticos, el primero esa misma tarde:

Comenzó con una caminata con varias paradas que cada quien aprovecho a su manera.
Continuamos hacia la iglesia del Carmen y por último visitamos la planta de Peñafiel, el sol quemaba y obligaba a tomar un refrigerio de la región después del recorrido. Pero llegamos al hotel para nadar y en cuanto nos pusimos los trajes de baño el cielo se puso gris, el aire empezó a soplar y aunque la lluvia nunca se decidió a caer en forma, logró asustarnos lo suficiente como para aplicar el plan B: Ir a comer fuera.
Aquella cena es historia aparte...

lunes, 10 de agosto de 2009

Primera entrega, el encuentro.

El viaje empezó cuando Magda mencionó en tono casi nostálgico: –La última vez que salimos de viaje, sin una idea clara de cual sería el camino a recorrer, fue cuando fuimos a Real de 14.







Y vaya que el aire nostálgico era apropiado, en aquella ocasión viajábamos cinco tripulantes, la primer parada la hicimos en Matehuala a petición del chofer, pues Magda quería seguir entre las deslumbrantes luces de los traileres, pero ya eran casi las nueve de la noche y habíamos llegado ahí a pesar del doble hoy no circula, de echarnos de reversa en la carretera, de la videoconferencia de Fulerton y por si fuera poco, estaba por comenzar “Mirada de mujer” (si la memoria no me falla) así que a solicitud de otro sector del público, optamos por pasar ahí la noche, recuerdo que al día siguiente desayunamos muy rico, algo así como huevos revueltos y jugo de naranja (¡que exótico!), supongo que teníamos mucha hambre.

Está vez también éramos cinco viajeros intrépidos, con mapas y revistas a la mano y muchas preguntas, nuestro única pista fija era encontrar "la pata de vaca".
Dos tripulantes no eran ni proyecto cuando caminamos por el Quemado; la primer parda, otra vez a petición del chofer (y no de Magda) fue a las afueras de Puebla, en un hotelito llamado Chachapa o algo parecido.

El día comenzó… pues cuando salió el sol, si no pregúntenle a Santiago. Pepin trató toda la noche de rodarse hasta arrojarse desde la cima del colchón, pero yo se lo impedí varias veces. Tomamos camino rumbo a Tehuacan, donde nos esperaban tres inquietos niños y sus padres, el viaje fue mas corto de lo que nos imaginábamos, así que pronto nos reunimos con ellos en el “algo Bazar”, que mas tarde nos quedaría bien claro se llamaba la Aldea del Bazar.